De un tronco de cerezo hice este buzón. Una parte del tronco ya estaba algo podrido. Con un barreno de 36 mm hice un agujero. Hay que echarle valor. Rápidamente se te calientan las manos. Cuidado con las ampollas. Luego, con una gubia media caña, con bizel interior y mucha grasa de codo, he vaciado todo el tronco, dejando unos 4 cm de pared. Mientras vacias un tronco así, sabes muy bien donde vives. ¡Sano sano! Nada de tonterías, te reencarnas en seguida. Un placer también cuando sube el olor fuerte de cereza y de almendra, llenando el taller entero. Huele como una Queimada. Es un conjuro del bosque: profundo, brutal y antiguo! Se te llena el lugar de hadas, de cabras y de trentis. Mari te viene a ver con su canto de arroyos. ¡Como te lo digo, te lo cuento!
El buzón acabado lleva unas capas de barniz para proteger de las intemperies. La corteza no solo protege a la madera, también es bellísima con sus reflejos rojizos. Hay cabida par varios sobres grandes. En la parte delantera viene el nombre del destinario. ( En la foto debajo, por respecto lo he borrado) Pues este buzón ya esta vendido.
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