El cerezo es una madera excelente para resistir a la humedad del baño. No se oxida como el castaño o el roble, por ejemplo. Esta jabonera parece ser un objeto muy sencillo. Múltiples procesos son necesarios para fabricarlos de modo tradicional. Empiezo por los clavos. Así tienen el tiempo de secar más que los lados, que prefiero que se mantengan más frescos y húmedos. Así al secar encierran los clavos firmemente. Las extremidades se ponen al grosor deseado con un hierro perforado.
palitos desbastados clavos casi acabados A medida que se produce el serrín, éste se recupera para servir de masilla en otros proyectos.
Con el hendedor y el mazo se preparan las piezas para los lados de la jabonera.
Una vez desbastado con el hacha, sigo con el bastrén para alisar las cuatro caras. Con un compás se divide la pieza obtenida en cuatro. No se sabe exactamente la largura, ni la mido; Eso nunca se practica realmente en artesanía tradicional. La mano que hace da la medida. Si tumbas un árbol, te bajas del monte todo el peso a hombros y haces todo estos esfuerzos de preparación, te vienen ganas de apreciar lo que tienes en mano. Nada de mente aquí, nada de ángulos rectos, que no los hay en el bosque… ¡Con el esfuerzo viene la humildad! con otro compás doy las distancias que reparten los espacios entre clavos. Se perfora toda la largura. Aquí da para cuatro jaboneras. Una vez perforado, limpio definitivamente. El acabado del bastrén es mucho más brillante y bello que el del papel de lija. Al final abro cada par con el serrucho de cortar a lo largo.
Con otro serrucho de cortar a través obtengo los pares laterales de cada jabonera. Queda ahora por cepillar las caras interiores. Tras haber escogido cinco clavos de largura ligeramente diferente obtengo una forma algo irregular. Tal y como me gusta. El bosque me enseñó que hay así más fuerza. Los dolmenes lo confirman. No pido más.
Emplazo los agujeros en una linea curva.
En cuatro puntos emplazo los contraclavos. Ahora sólo quedan los acabados.
Con 4 contraclavos es suficiente para mantener el ensamble. No hay cola ni nada más. Los lados están hecho de madera verde. Al secar se quedan firmamente engarzados. El cerezo, fungicida por naturaleza, no pide tratamiento. Con el uso se forma una pátina, pura maravilla.