Antes de restaurar, de afilar o de poner mango a una herramienta, hay que pensar en proteger su filo de los impactos exteriores. Es de acero, claro. Parece un material durísimo. Lo es, pero lo que corta es tan fino que ni se ve a simple vista. Si ves alguna luz en el corte, es que no está bien afilado. Empiezo mis afilados con un grosor de 250 , paso a 600 y acabo con 1200 granos. Una vez que he pasado por el cuero, el lado del corte brilla como un espejo. Al final del día, o incluso antes, hay que volver a afilar. Es decir, que un filo, por duro que parezca, es una cosita muy muy frágil. Del mismo modo que estos bichos trabajan, también muerden. Así que hacer una protección es “premordial“. Hazlo “antes que te muerda” como dicen en latín de carpintero.
Este hacha ya puede ir al bosque sin quitarte una oreja o los tirantes.





LLevo la hacheta de 600 gr en su funda riñonera. Así no me molesta al andar. El corte queda asegurado por una ranura alta tallada de madera.






Además del hachete, suelo llevar al bosque unas cuantas cosas más.









la Urnieta de 2 kg tiene una caja bien cerrada y rojo para encontrarla debajo el serrín.




Este Bastrén es una pura maravilla, tiene probablemente 100 años. Parece muy pesado y bruto, pero trabajo con ėl cada día.




